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A
estas alturas, el nivel de disparates sobre la independencia de
Catalunya, vertidos en los medios de comunicación intenta poner en
jaque uno de los puntales de nuestra sociedad: la convivencia entre
todos los que vivimos y trabajamos en esta porción de la península
que llamamos Catalunya, que ha sido y es nuestra prioridad, y nuestra
razón de ser. No en vano, la historia de esta tierra ha sido forjada
gracias a la suma de esfuerzos y voluntades de todos aquellos que a
lo largo del tiempo han hecho de ella el lugar donde establecerse y
ver crecer a su prole. Y ésta, a su vez, ha pasado a engrosar la
ciudadanía del país sólo con la voluntad de ser y progresar,
asumiendo como propias todas aquellas señas que caracterizan las
múltiples visiones del mundo que son las culturas.
Se
equivocan pues, aquellos que sustentan el análisis del proceso de
emancipación desde ópticas meramente identitarias, pues no existe
etnia alguna que nos diferencie de otros pueblos del mestizaje
mediterráneo. Exigimos el respeto a nuestra cultura, no por ser
mejor que otra, si no porque es la nuestra. Apreciamos sobremanera
todo lo que nos ha aportado la lengua castellana porque seria
mezquino actuar con ella como se hizo con la lengua y cultura
catalanas en varios episodios de nuestra historia, de infame
recuerdo.
Pero
lo que nos mueve con determinación a modificar el status quo
entre Cataluña y España es la certeza de haber llegado a la
incompatibilidad, dentro del marco constitucional, de todo aquello
que nos define, incluyendo -como no- la carga impositiva a la que se
somete a la población que vive y trabaja en Catalunya, en pro de un
equilibrio territorial que nunca llega a satisfacerse. Así, abrir
esta vía política ahora, no despierta más incertidumbres que las
que ya existen en el actual contexto socio-económico español,
enrocado en la toma de medidas de absoluta contención económica y
de restricción competencial a las comunidades autónomas.
Es
ésta nuestra opción de futuro porque necesitamos la capacidad
normativa, de gestión y de resolución que nos ha de permitir
sacarnos todas aquellas piedras de los zapatos que nos han hecho
andar mas despacio de lo que hubiéramos podido y querido. Todas
aquellas que han ralentizado infraestructuras que nos conectan con
Europa, básicas para la actividad económica; que han lastrado
nuestra oferta de servicios al bienestar social, claves para atender
dignamente y a tiempo en sanidad; o para ofrecer una educación y
formación que sean la garantía de una sociedad más competitiva y
con mayores facilidades de acceso al mercado laboral.
No
nos mueve el odio, ni la voluntad de ir contra nada ni nadie. Nuestro
motor vital es el anhelo de libertad, a favor de toda la gente que
vive y trabaja en esta tierra. Es decir, a favor de usted.
Article publicat en l'edició escrita del Diari de Tarragona, el 12 de novembre de 2012
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